4 consejos para preparar la piel para el verano

Con los primeros días de sol y el verano a la vuelta de la esquina, a todos nos entran ya las ganas de comenzar a broncearnos. Pero, ¡cuidado! Ya que después de tantos meses sin que nos dé apenas el sol, nuestra piel aún no está preparada para recibirlo. Hoy te traemos 4 consejos muy sencillos para preparar tu piel y que no sufra al broncearse.

1. Cuida la alimentación durante todo el año, comiendo la cantidad diaria recomendada de frutas y verduras. La fruta y la verdura proporcionan a nuestra piel los nutrientes necesarios para mantenerla sana, bonita y resistente. Presta especial atención a aquellos alimentos ricos en vitamina C, como los cítricos y las verduras de hoja verde, que ayudarán a tu piel a producir más colágeno.

El colágeno es una proteína que se encuentra entre la epidermis y los músculos, y juega un papel fundamental en el mantenimiento de la tersura y firmeza de éstos. Con el paso del tiempo, las fibras de colágeno se deterioran y modifican su estructura, dando lugar al envejecimiento cutáneo y las arrugas. Por tanto, es muy importante, para mantener la piel suave y elástica durante el mayor tiempo posible, propiciar la síntesis del colágeno en nuestro organismo, capacidad que se va perdiendo con los años debido al estrés oxidativo que sufren las células. De ahí la importancia de los antioxidantes en la alimentación.

En los meses previos al verano, además, refuerza la dieta con alimentos ricos en betacarotenos y licopenos, presentes también en frutas y verduras.

Los betacarotenos son un tipo de pigmento vegetal, generalmente de color amarillo o naranja, muy importantes ya que son precursores de la vitamina A, protegen nuestra piel frente al estrés oxidativo y además previenen ciertas anomalías en el crecimiento celular (crecimiento descontrolado de células que puede dar lugar a la aparición de tumores). Los encontramos en alimentos como las zanahorias, la calabaza, las naranjas… Por su parte, el licopeno es también un pigmento, en este caso de color rojo, y está presente en la sandía, el pimiento rojo, el pomelo rosa y sobre todo en el tomate. Sus propiedades para la piel son muy similares a las de los betacarotenos, y en su caso conviene ingerirlo junto a algún aceite como el de oliva para absorberlo mejor.

2. Exfolia tu piel, tanto la del rostro como la del cuerpo, al menos una vez a la semana. Con la exfoliación, se eliminan las células muertas y la epidermis queda limpia, tonificada y lista para recibir los primeros rayos de sol. Además, se activa la circulación, favoreciendo una mejor oxigenación de la epidermis, y estimula el sistema linfático, con la consiguiente liberación de toxinas a través de los poros.

No te olvides de incidir en las zonas más escondidas como los laterales de la nariz, los codos o la parte trasera de las rodillas. Un truco para hacerlo de forma más eficiente y rápida es hacerlo durante el momento de la ducha, ya que el vapor caliente hace que los poros se abran y así se facilita la eliminación de impurezas.

3. Hidrátate bien, no sólo con productos cosméticos sino también bebiendo mucha agua a lo largo de todo el día, incluso más que durante el invierno, para cuidar la piel desde dentro. El sol hace que la piel se reseque, de ahí la importancia de beber mucha agua para prevenir la deshidratación.

El agua, además de mantener la piel tonificada, la ayuda a eliminar las toxinas, y también es muy importante porque nos ayuda a absorber las vitaminas y minerales de frutas y verduras.

4. Broncéate de manera gradual. Antes de los días de piscina o playa, ve exponiéndote al sol poco a poco dando paseos o tomando el sol en parques o jardines. Comienza por la cara y el escote y a continuación, ve descubriendo brazos y piernas, siempre de forma gradual, para que tu piel vaya sintetizando la melanina poco a poco. Ve aumentando cada día unos minutos el tiempo de exposición, así tu piel se irá adaptando y no sufrirá. No abuses de los autobronceadores, ya que pueden taponar los poros y apagar el aspecto de tu piel.

En general, aunque a todos nos gusta coger color en verano, la clave está en la moderación, es decir, en no abusar del bronceado. Proteger la piel del sol es la mejor manera de cuidarla y mantenerla con aspecto joven durante más tiempo, ya que evitaremos la aparición de arrugas prematuras y manchas.

Y vosotros, ¿qué trucos tenéis para que vuestra piel no sufra con los primeros rayos de sol?

4 consejos para mantener tus zapatos como nuevos

Se puede decir que los zapatos son los complementos que más dicen de nosotros. No sólo reflejan nuestro estilo de vida y personalidad, sino que pueden llegar a mostrar incluso nuestro estado de ánimo. Hoy te traemos 4 consejos para mantenerlos como nuevos desde el primer día.

1. Limpia tus zapatos a diario. El mejor truco para mantener nuestros zapatos como nuevos es limpiarlos cuando lleguemos a casa, especialmente en invierno y si se han manchado de lluvia o barro. Así evitarás que las manchas se resequen demasiado y dañen la piel.

Escoge el método que más se adecúe al material:

Para los zapatos de piel: utiliza betún del color adecuado (o incoloro) y saca brillo con una gamuza. De forma esporádica, aplica un poco de crema para nutrir la piel.

Para los zapatos de charol: un remedio casero es limpiarlos con leche tibia y secarlos bien con un trapo limpio.

Para los zapatos de ante, serraje o nobuk: para estos materiales delicados la mejor opción son los productos específicos para ellos, aunque existen algunos trucos caseros muy sencillos, desde  goma de borrar para quitar rozaduras en seco, cepillar con cepillos suaves, agua y amoniaco para manchas persistentes o incluso agua micelar para la suciedad general.

Para las zapatillas de tela: primero quita el polvo con un cepillo y a continuación vuelve a frotarlos con el cepillo humedecido con agua y jabón, a la que añadiremos un poco de bicarbonato. Déjalos secar a la sombra.

Para las deportivas: puedes limpiarlas con un trapo húmedo y, si la suela es blanca, un excelente truco para su limpieza es frotar con un cepillo y pasta de dientes, aclarando al final. Evita lavarlas en la lavadora.

No descuides estos consejos aunque estés de vacaciones o de viaje de trabajo; puedes llevar en tu maleta productos especiales en formato de bolsillo o incluso toallitas limpiazapatos que puedes encontrar en tiendas especializadas on-line.

2. Actúa contra el mal olor. Existen muchos trucos caseros para evitar el mal olor en nuestros zapatos: limpiarlos por dentro con un algodón humedecido con vinagre, o poner en el interior un poco de bicarbonato o incluso aceites esenciales.

3. Alterna las puestas. Los zapatos también necesitan “descansar”; si dejas pasar al menos un día entre una puesta y otra, el zapato podrá respirar y airearse. Si están muy húmedos, puedes secarlos con el secador de pelo en frío o meter papel de periódico dentro, que absorberá la humedad, o bolsitas de tela con granos de arroz si se han mojado mucho.

4. Cuidado con las deformaciones. Especialmente al guardarlos para los cambios de armario o para meterlos en la maleta, lo ideal es rellenarlos de bolas de papel de periódico, o de calcetines o ropa interior para aprovechar al máximo el espacio de la maleta. De esta forma no se aplastarán y evitaremos que la piel sufra. Guárdalos en bolsas de tela para que puedan transpirar y no se rocen, y si tienes espacio suficiente, intenta conservarlos en cajas para que no se amontonen. No hagas fuerza al quitártelos ni al ponértelos; abre bien los cordones o hebillas y, si lo necesitas, utiliza un calzador.

¡Si eres constante e incorporas estos hábitos a tu rutina, en poco tiempo notarás que tus zapatos lucen como nuevos durante más tiempo!